GRACIAS
Los niños en este pueblo nacen con un pino en el corazón. Esta frase me la dijeron hace mucho tiempo, pero no comprendí del todo su significado hasta que me vi explicándosela a un miembro de la UME, que contemplaba desolado lo que tenía ante sus ojos en lo más alto del monte. Me dijo que, normalmente, en todos los incendios la gente lo pasaba mal porqué, afortunadamente, hay más conciencia ecológica de la que parece. Pero que en este caso en el que, en un principio, no había riesgo para vidas humanas o para viviendas, no entendía como un pueblo se volcaba tanto en algo así. Y allí me vi, explicándole, lo que son y habían sido los gabarreros, los cortadores de troncos, los guardas forestales. Contándole, que aquí, la gente sube cada día al monte el que puede y el que no, los fines de semana. Suben con sus hijos, con sus mascotas, con sus bicis, haya hasta para recordar a sus difuntos. Le dije que había muchos corredores de montaña, campeones de trial, abuelos guardeses que habían vivido en pleno monte, que cada lugar tiene un nombre y no por mera ubicación, sino que detrás de cada uno existe una verdadera historia: el mirador de Tere, la fuente de Ruper, el reventón, fuente infante, el mirador del poyo, la silla del rey...
La Real Fábrica, en parte, se asentó aquí por su proximidad a los montes para coger la madera que hace siglos necesitaba. Sus animales pastan en él, su leña les calienta en invierno y sus ríos les refrescan en verano. No es un mero lugar donde pasear o un lugar para admirar y punto. Aquí sabemos que la vida nace del bosque y a él se le debe mucho. Por eso, estos días, este pueblo está haciendo lo que le sale de dentro. No cito a nadie para no olvidarme de ninguno, TODO EL PUEBLO, en mayor o menor medida y cada uno con sus posibilidades lo está haciendo. Y lo hará, porque estoy segura, que volverá a ser verde en el menor tiempo posible, subiremos todos a reforestar o a lo que haga falta. Porque como dijo una voluntaria: si nos queman lo nuestro...