Zamarramala
Hace 10 años, al entrar en casa de Helena el día de su boda, su madre, nos contaba orgullosa cuando ella había sido Alcaldesa de Zamarramala. -Algún día lo seré yo, nos dijo Helena. Y ese día llegó el año pasado. Nos llamó para que estuvieramos a su lado dejando constancia gráfica de todo lo que ocurriera en uno de los momentos más esperado para ella y para cualquier Zamarriega de pro.
Desde cuatro días antes y, vestidas con el traje de "avisar", cuando la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, les hizo entrega del bastón de mando y la bandeja, ya estuvimos a su lado. Pudimos acompañarlas visitando a los estamentos políticos, militares y religiosos. Paseando junto a ellas orgullosas, luciendo palmito por la capital con una sonrisa de oreja a oreja delante de sus vecinos que sabían quienes eran.
La emoción se palpa desde que le ayudan a ponerse la toca y la montera, ante la atenta mirada de su hijo, hasta que se la quita para entregársela a la Alcaldesa del año siguiente. Pasándo por la preparación del pelele, los abanderados, soltero y casado, y más cuando éste último es tu hermano. Se sigue sintiendo cuando bailan arropadas por todas las aguederas del pueblo y durante la tajada en el abrazo de una hermana.
Desde que, en 1227, las Zamarriegas contribuyeran a la reconquista del Alcazar, en manos de los sarracenos, se viene celebrando Santa Águeda en honor a aquellas mujeres valientes. Y sospecho que desde entonces, las niñas de Zamarramala sueñan con que llegue el día en el que ellas, representen este honorifico papel.