Y muy poco profesionales
En las bodas nos metemos hasta la cocina, o si las flores lo precisan, hasta la nevera. ¿Se podría contar una boda con planos cenitales, contrapicados o nadir?, no es que lo pretendamos, pero nos encantan. Nos encanta tirarnos por el suelo, meternos debajo sin molestaros, la mayoría de las veces, ni os enteráis.
En Gran Angular Fotógrafos hemos hecho de todo: colocado flores en las solapas, limpiado zapatos cuando el padrino sacó de la caja dos zapatos del pie izquierdo y a la madrina casi le da mal. Ayudamos a vestir a las novias porqué con los nervios no se atina con los botones. Si se pone a llover de repente en la ceremonia, corremos a por los paraguas. Nos jugamos el tipo en un paso de cebra si la foto va a merecer la pena o nos hemos cortado al ponernos a puerta gayola cuando los platos de partir el cochinillo se estrellan contra el suelo.
¿Es nuestro trabajo?. Definitivamente, SI. Porque en una boda hay muchos cabos que se pueden soltar y los primeros interesados en que estéis felices, tranquilos y relajados somos nosotros. Si hay algo que vemos que os puede preocupar lo solucionamos, no sabemos hacerlo de otra manera. Problemas cero. En las imágenes no puede reflejarse en vuestra cara ningún atisbo de preocupación. Y encima lo pasamos bien haciendo lo que nos gusta y creemos, que os lo hacemos pasar bien a vosotros.Y sí, también lloramos y mucho. Al ver la última foto de esta entrada un colega nos dijo que era muy poco profesional llorar así. Pues entonces SOMOS MUY POCO PROFESIONALES porqué cuando una niña de 7 años se pone a leer una carta en la boda de su tía y no deja de llorar, nuestro nivel de empatía, que es nuestra principal herramienta de trabajo, no puede por menos que llorar con ella. No somos piedras, a veces quisiéramos...¿o no?, ¡qué narices!, las piedras no lloran, pero tampoco ríen...