Para una amante del arte y de la iconografia cristiana, ir a visitar la mezquita de Córdoba y ver salir, por la puerta de Santa Catalina, los pasos de Semana Santa es todo un disfrute. Esto es lo que nos pasó, hace dos años, estando visitando el templo de Córdoba. Comenzamos a ver gente guardando sitio para ver la carrera oficial de las hermandades. Allí nos quedamos, más de tres horas de espera, de pie. Hacer fotos desde un mismo ángulo todo el rato, sin poder movernos, porque nos quitaban el sitio, era todo un reto. Íbamos como turistas, sin credencial, ni permiso para movernos, disfrutando de lo que pasaba por delante de ese punto exacto en el que nos ubicabamos.
Vimos a los costaleros esperándo, a las primeras cruces de guía, al Nazareno, a la Dolorosa , al Caído, a la Caridad, a las Angustias y al Cristo de Gracia entre otros. A los niños con sus bolas de cera pidiéndoles a los nazarenos que les echaran más, aunque esto no evitara que el suelo se cubriera con una pátina blanca o roja, según las cofradías. Educados, desde la más corta infancia, en la devoción y la pasión, vimos lágrimas de abuelos al reconocer a sus nietos bajo los capirotes, la emoción de los hermanos mayores al guiar los pasos, vimos a judas o quizá él nos vio a nosotros...Lo vimos todo, desde la puerta de Santa Catalina bajar por la calle Magistral González Francés para rodear la mezquita y entrar por la puerta del perdon para atravesar el patio de los naranjos. Limitados de espacio, de material técnico (llevábamos pocos objetivos) y de movimiento, sólo nos movimos al final para ver entrar el último paso por la puerta del perdón, os contamos, que es en definitiva lo que nos mueve, esta maravillosa experiencia a través de nuestros ojos.