La boda de Elena y Álvaro no pudo ser más segoviana, de principio a fin. Desde la ubicación de la misma, en el Caserío de Lobones, en Valverde del Majano, una bonita finca con mucha historia y mucha clase, donde se vistió la novia, mientras Álvaro lo hacía en su casa, ante las atentas miradas entre el cariño y la admiración de sus padres. Precisamente, el del novio, leyó en la ceremonia unas preciosas palabras, en las que ponía en valor la importancia de los pequeños detalles de la vida y la trascendencia que dejarán en la memoria. Hasta la pos boda, en los enclaves más importantes de la ciudad, donde tuvimos que "socorrer" los sufridos pies de Elena y donde recreamos la pedida de mano; pasando por los bailes que les dedicó el grupo La Esteva, del que forma parte Álvaro, a los que se unió demostrando lo bien que lo hace.
Un encanto de pareja...