Hace más de 20 años que un amigo me regaló el libro de Ernst Fischer, "La necesidad del arte". El arte puede servir para transmitir, denunciar, emocionarse, reivindicar, expresar, comunicar, entretener, decorar, ostentar, enriquecerse... En mi caso, en todas mis instalaciones o proyectos personales, es una necesidad real, física, inconsciente, depurativa y sanadora.
A los dos días de morir mi madre sentí la necesidad de volver a hacerme mi foto favorita con ella, pero esta vez...sola. No sé por qué, sin ninguna intención, me fui a la misma playa, en el mismo punto, con la misma postura y la volví a recrear, sin ella.
Con el paso de los días me propusieron exponer una obra en la Semana Profesional del Arte de Oviedo y no lo dudé, planteé una instalación a raíz de estas dos imágenes.
La primera, la que nos hizo mi padre cuando yo era pequeña, estaba en el interior de unos palos de madera que representan lo más valioso que mi madre me ha dejado: sus consejos, sus recuerdos, los momentos vividos. La segunda, en una lona de 4,50x3,20 m, lleva sobreimpreso el texto que mi madre escribió en su diario el día que nací yo.
Crear una pieza en pleno duelo y, verla acompañada de quienes más la querían, no fue fácil, fue triste, pero a la vez bonito. Es un poco contradictorio que, la persona que más orgullosa podría sentirse de que yo expusiera, no pudiera disfrutarlo y si lo hubiera hecho, esta obra no existiría.
Quiero pensar que ella estaba allí presente de alguna manera ya que, cuando nos estábamos abrazando todos, sonaba la canción de Rigoberta Too many drugs, me aferro a esas cosas tan tontas. Le habrá encantado vernos a todos junto a sus recuerdos y verme junto a mi amiga Marta, a la que también quería mucho y de la que también se sentía muy orgullosa, (siempre me mandaba recortes de periódico cuando salía en prensa).
Se calcula que más de 15000 personas han pasado por la Semana Profesional de las Artes de Oviedo, no sé a cuantos les habrá gustado la instalación, ni cuantos la habrán entendido, pero el otro día una persona ajena a mí y a todo esto, una desconocida, me felicitó y me dijo que se había emocionado con ella y que había intentado buscar mi correo para transmitírmelo. A mí, con eso, ya me basta.