Ana y Diego
Pocas bodas habremos hecho tan hippies como esta. Pero así son Ana y Diego. Todos de blanco, (incluidos nosotros), la única con licencia para ir de negro era su perra Nahia, testigo fiel del evento. El Palacio de Hoyuelos, girasoles, una vespa, invitados que se disfrazan de hippies para regalarles una
volkswagen, arroz azul en barquitos de papel, una fiesta muy loca, un baile nada convencional porque se les ponen si se besan, rojitas las orejas. Y, como colofón, una posboda con color a la casa de papel, donde llegamos mucho antes que Tokio, Rio, Nairobi o el mismísimo profesor.
Un encanto de pareja...